Tres metros sobre el cielo: es una película española dirigida por Fernando González Molina y protagonizada por Mario Casas, Álvaro Cervantes, María Valverde y Marina Salas. Basada en la novela homónima publicada por el italiano Federico Moccia, se estrenó el 3 de diciembre de 2010 y se convirtió en una de las películas más taquilleras
del año en España.

Sinopsis
Tres metros
sobre el cielo es un drama romántico que narra la
historia de las relaciones entre mundos opuestos. Hugo Olivera Castro, alias
"H" (Mario Casas), recién salido de la cárcel por golpear al novio
de su madre, es un joven rebelde, carismático y muy liberal, le gusta la
velocidad y vivir la vida al límite. Junto a su mejor amigo Pollo (Álvaro Cervantes) se juntan con pandilleros de
la calle. Babi, (María Valverde) pertenece a un mundo en el que
parece ser una chica normal, de vida tranquila y de buena familia; va a buenos
colegios de Barcelona. Babi se siente cómoda en ese mundo. Dos mundos
aparentemente distintos se enamoran. "H" y sus amigos pandilleros van
a reventar una fiesta en el barrio alto, donde "H" tira a Babi a la
alberca. Después de este alboroto, llaman a la policía y todos salen huyendo.
Un amigo de Babi la lleva en su coche y en el camino tiene un altercado con
toda la pandilla. El amigo de Babi escapa dejándola sola, y "H"
decide llevarla en su moto. Katina (Marina Salas),
la novia de "Pollo", se escapa a las carreras de motos. En la
trifulca "H" le ayuda a escapar de la policía, obligando a Babi a
esconderse en un campo lleno de estiércol. Tienen su primer encuentro
romántico. Tiempo después de que Babi y "H" empiecen una relación,
ésta decide faltar a clase. La maestra, que es la madre de H aunque
están peleados, la ve y decide informar a su madre; Babi empieza a tener
problemas ya que intentan expulsarla del colegio, pero sus padres lo impiden
mediante un donativo económico al colegio. Viendo el repentino cambio de
temperamento de Babi sus padres desaprueban el noviazgo. Pese a todo,
"H" y Babi continúan su romance con ayuda del papa de Babi. Después
de su primer encuentro sexual, en la casa en la playa a la que Babi solía ir de
niña con su familia, empiezan a tener problemas por el comportamiento de la
pandilla de "H". Finalmente, en una carrera de motos que coincide con
el cumpleaños de Babi, "Pollo" muere y Katina queda lesionada. Babi,
ofuscada, culpa a "H" de la muerte de aquél. En plena pelea
"H" le da una bofetada y, finalmente, terminan su relación. Babi
empieza a salir con su inquilino con el apoyo de su madre, mientras
"H" trata de olvidarla.

¿Tres metros sobre el cielo? A quién
pudo habérsele ocurrido un título tan peculiar. A lo mejor en estos momentos no
tienes idea a qué hago referencia, y quizá tu atención se centre en pensar:
¿qué hay a tres metros sobre el cielo? O por el contrario sabes a qué me
refiero. Es por ello que traigo la sinopsis de esta película basada en la
novela del escritor italiano Federico Moccia para orientar un poco al título
del presente post:
Un
drama romántico adolescente que narra la historia de dos jóvenes que pertenecen
a mundos opuestos. Es la crónica de una relación improbable, casi imposible,
pero inevitable, que terminará arrastrando a la pareja a un frenético viaje
iniciático en donde juntos descubrirán el primer gran amor.
A
continuación no pretendo hablar mucho menos explicar lo que sucede en esta
película, la cual se convirtió en una de mis películas favoritas e
indiscutiblemente la de muchos de ustedes. Sé que los que hayan tenido la
oportunidad de conocer esta historia (Tanto la Tres Metros Sobre el cielo, como
su secuela Tengo Ganas de Ti) deseen que este sea un post para confirmar que
hay una tercera parte y habrá otros que sueñan con tener algún día una historia
de amor tan vibrante como la de Hache con Babi. A todos ellos y a ti que nunca
te has visto esta mediática película te cuento que el objetivo de
este articulo es adaptar y dar un trasfondo a muchas de las citas
presentes en esta historia, las cuales son de gran enseñanza puesto a que se
asemejan con circunstancias a las que nos enfrentamos en algún momento de
nuestras vidas.
Un
día pasa que estás de pie en algún lado y te das cuenta de que no quieres ser
ninguno de los que están a tu alrededor. No quieres ser el que pasa en frente
de ti. Ni tampoco ser tu padre, ni tu hermano/a, ni nadie de tu p**a familia.
Ni quieres ser el/la vecino/a. Ni siquiera quieres ser tú. Sólo quieres salir
corriendo. Salir con toda del sitio en el que estás. A todos nos pasa esto en
algún momento, quizás a las damas cada 28 días y a los caballeros quién sabe a
cada cuanto. Independientemente del sexo todos tenemos capítulos en que la vida
nos vale madre, es precisamente en esas circunstancias en las que podemos tomar
decisiones transcendentales que pueden cambiar el rumbo de todo. A veces
estos episodios nos enfrentan a nosotros mismos y nos exponen a circunstancia
“difíciles” que llaman a darnos cuenta de qué estamos
hechos, permitiéndonos crecer como seres humanos.
Y de repente pasa, algo se acciona, y
en ese momento sabes que las cosas van a cambiar y han cambiado. Y a partir de
ahí nada volverá a ser lo mismo… nunca. Es por ello que actuar siempre con los
pies en la tierra es fundamental para nunca perder los estribos. Sin embargo,
el actuar con o sin ellos nunca será garantía para que las cosas sucedan tal y
como tú quieres que sucedan. Es el destino el que se encarga de darte
sorpresas, tal cual lo dice Ruben Blades en su canción “Pedro Navajas”: La vida te da sorpresas,
sorpresas te da la vida.

Siempre
se ha escuchado que hay que respirar más lento, ver con más detalles, vivir
segundo a segundo; pero lamentablemente siempre hacemos todo lo contrario.
Ojalá fuese posible saber en dónde está ese click que acciona y hace que todo
cambie. O quizás sea mejor no saberlo porque entonces todo perdería su
gracia. Y si fuese así, tu día a día sería como ir a ver 100 películas por primera
vez conociéndole a todas el comienzo y el fin.
A
veces queremos jugar a ser Dios al creer que las cosas sucederán tal cual
queremos, las veces que se nos antoje. Un ejemplo de ello es el síndrome
de las vacaciones o la despedida del colegio que explicaré a continuación: Te
vas de salida con tus amigos y te lo pasas de lo mejor, el mejor viaje de tu
vida, vuelves a tu casa y te tiras todo el año pensando en las próximas
vacaciones… Y entonces llegan, y todo ha cambiado, tus amigos, las viejas, los
colores están raros, eres un extraño ya… y ya no es lo mismo. Por último te
percatas que los mejores años fueron esos, los mejores, y nunca se volverán a
repetir. Da un sinsabor darse cuenta de ello, peor darse cuenta que no los
aprovechaste. Al final sólo te queda guardar en tu mente y en tu corazón todos
esos momentos deseando tener una máquina del tiempo para irte a vivirlos otra
vez.
Es
ley de la naturaleza humana el querer adelantarnos al futuro, ejemplo de ello
es cuando se está pequeño y se desea con ansias ser grande, y así en muchas
otras cosas; lo que nos impide vivir tranquilos el presente que rápidamente se
convierte en pasado. Es justo esa constancia de querer adelantarnos a las cosas
o el no vivirlas con detalle lo que hace que cuando ya suceden nos empeñemos en
volverlas a repetir.
Un
ejemplo es el amor, muchas veces sucede que tuviste una relación muy intensa
con alguien la cual por ‘x’ motivo se terminó. Crees haber olvidado todo lo que
vivieron juntos, pero tienes ese leve presentimiento de que cuando
se vuelvan a ver las cosas serán como antes. Y pasa que las circunstancias se
dan para que vuelvan a estar juntos, se arriesgan a intentarlo nuevamente y
revivir todas esas mariposas en el estómago que estaban muertas. Y de repente
te das cuenta que todo ha terminado. Ya no hay vuelta atrás, lo sientes, y es
ahí justo en ese momento cuando te das cuenta de que las cosas solo ocurren una
vez, y por mucho que te esfuerces, ya nunca volverás a sentir lo mismo, ya
nunca tendrás la misma emoción. Y todo porque la vida es como un reloj, siempre
marcha hacia adelante y nunca para atrás.
La
alegría, la comodidad, la felicidad, el placer, la euforia, etc… Pueden hacerte
sentir que estás a Tres Metros Sobre el Cielo. Justo cuando estás allí es
cuando es necesario bajarle la velocidad al tiempo, detenerse, respirar más
profundo, sonreír más despacio, ver segundo a segundo, porque probablemente
nunca vuelvas a tener la misma sensación otra vez.
Frases de La Película
3
Metros Sobre El Cielo:
Un día pasa, pasa que estás de pie en algún lado y te das
cuenta de que no quieres ser ninguno de los que están a tu alrededor. No
quieres ser el p*to pringao al que le has reventado la cara. Ni tampoco tu
padre, ni tu hermano, ni nadie de tu puta familia. Ni quieres ser la señora
jueza. Ni siquiera quieres ser tú. Solo quieres salir corriendo. Salir a toda
hostia del sitio en el que estás.
¡Fea!... ¡Sí tú!... Fea.
A ver dices que soy un bestia y un bruto. Yo no puedo
permitir que alguien así te lleve a casa.
¿Nos quedamos así toda la noche o te apetece cambiar de
postura?
- Esta noche estás guapísima.
- ¿Esta noche?
- Siempre.
- ¿Esta noche?
- Siempre.
- ¿Qué tengo que hacer para que me perdones?
- Llevo varios días encontrando la razón para perdonarte y no me sale.
- Típico de las mujeres.
- ¿Lo ves? Ese típico es justo lo que arruina todo.
- Llevo varios días encontrando la razón para perdonarte y no me sale.
- Típico de las mujeres.
- ¿Lo ves? Ese típico es justo lo que arruina todo.
- ¿Qué quieres?
- Mi bolso.
- Pues cógelo...
- No puedo, un imbécil se me ha adelantado.
- Mi bolso.
- Pues cógelo...
- No puedo, un imbécil se me ha adelantado.
Cuando dejes de tener miedo empezarás a disfrutar.
- El día que te llamen a declarar, esta chica buena dirá
que yo no hice nada, ¿sabes porqué?
- ¿Por qué?
- Porque ese día estarás tan loca por mí que harás lo que sea con tal de salvarme.
- ¿Por qué?
- Porque ese día estarás tan loca por mí que harás lo que sea con tal de salvarme.
Ay Babi, Babi Babi soy un cerdo, un animal, un bestia, un
violento pero te dejarías besar por mí.
- Ya quiero verte.
- Estoy castigada, me pillaron al llegar a casa.
- Así que no es una leyenda urbana. Aún se castiga a las niñas buenas que se portan mal, ¿no?
- Estoy castigada, me pillaron al llegar a casa.
- Así que no es una leyenda urbana. Aún se castiga a las niñas buenas que se portan mal, ¿no?
Y de repente pasa, algo se acciona, y en ese momento sabes
que las cosas van a cambiar y han cambiado. Y a partir de ahí nada volverá a
ser lo mismo... nunca.
Y de repente alguien que te dice: ¡tranquilo!, que
aflojes, y cuando aflojas te das cuenta de las cosas.
- Estoy nerviosa.
- ¿Por qué?
- Porque nunca lo he hecho con nadie.
- Yo tampoco
- ¡Mentiroso!
- ...Yo no tengo prisa Babi.
- ¿Por qué?
- Porque nunca lo he hecho con nadie.
- Yo tampoco
- ¡Mentiroso!
- ...Yo no tengo prisa Babi.
- Estoy feliz.
- Creo que yo más.
- No, yo mucho más.
- Yo de aquí a Barcelona.
- Yo de aquí al cielo.
- ¿Sí? Pues yo muchísimo más.
- ¿Cuánto?
- A tres metros sobre el cielo.
- Creo que yo más.
- No, yo mucho más.
- Yo de aquí a Barcelona.
- Yo de aquí al cielo.
- ¿Sí? Pues yo muchísimo más.
- ¿Cuánto?
- A tres metros sobre el cielo.
Me niego a hacerme vieja y darme cuenta que me he
convertido en alguien como tú. Yo no quiero vivir tu vida de mierda, mamá.
Siempre hay un momento en que el camino se bifurca, cada
uno toma una dirección pensando que al final los caminos se volverán a unir.
Desde tu camino ves a la otra persona cada vez más pequeña. No pasa nada,
estamos hechos el uno para el otro, al final estará ella, pero al final solo
ocurre una cosa, llega el puto invierno.
Y de repente te das cuenta que todo ha terminado. Ya no
hay vuelta atrás, lo sientes, y justo entonces intentas recordar en qué momento
comenzó todo y descubres que todo empezó antes de lo que pensabas... Mucho
antes... y es ahí justo en ese momento cuando te das cuenta de que las cosas
solo ocurren una vez, y por mucho que te esfuerces, ya nunca volverás a sentir
lo mismo, ya nunca tendrás la sensación de estar a tres metros sobre el cielo.

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